Por fin te soñé


Hoy, 23 de enero 2018, a 2 meses y días de tu partida… después de despedirte y sentir que ya todo iba bien, te soñé, Draken ¿será que querías que así fuera o es mi inconsciente?

Temía soñarte, no quería pensarte tanto. Tenía miedo o angustia de que aparecieras en mis sueños. No sé porque, en realidad sí lo sé, siento culpa, sentí que si te soñaba sería un reclamo.

Finalmente, después de llorar algunos días, porque así lo pidió mi alma. Soñé que iba a tu funeral o eso creo, ya sabes, cualquier cosa puede pasar en un sueño.

Soñé una iglesia, cualquiera, no había nada particular en ella, en medio del altar estaba tu ataúd color café marrón, con la tapa abierta. Lo intrigante fue verte con algo muy particular, tenías los ojos vendados con una tela negra y sonreías, pero no era cualquier sonrisa, era una sonrisa muy marcada, mostrabas tus dientes, hasta la sentía forzada. Estabas ahí recostado, como si durmieras con un traje negro, ya no recuerdo si llevabas corbata...

Las sensaciones fueron extrañas también, primero estaba muy segura de querer ir al funeral, de que quería entrar a esa iglesia (recuerdo que estaba en un pueblito medio abandonado y lejano), cuando te vi, con tus ojos vendados, salí corriendo, quería llorar, corrí pero me alcanzó una amiga. Era Silvia (una amiga de la preparatoria, a la cual curiosamente tengo tiempo sin ver). Ella me decía que fuera, me animaba a entrar, yo sabía que tenía que ir, lo deseaba en verdad. Quería decirte algo a solas, como un secreto, quería estar presente.

Regresé a la iglesia, y cuando finalmente estaba frente al ataúd, un monaguillo me miraba, sin embargo tenía una mascara rara, sólo vi sus ojos a través de esa mascara. Se levantó porque estaba incado frente a mi, y yo frente a él. 

Nos levantamos y descubrí que el ataúd ya estaba cerrado, una persona me dijo que podía regresar después –sabía que habría una misa, porque había ya mucha gente– yo sólo quería estar a solas contigo Draken y no puede. Esa persona me dijo que al día siguiente habría otra “ceremonia” otra despedida.

Decidí irme pero cuando giré hacia la puerta todo estaba lleno de gente y entre la multitud había otro amigo, me miraba, lloraba profundamente. Nos abrazamos y sabía que sufría –me sorprende porque en la vida real, este amigo no te conoció, pero es alguien que me ha dado palabras de aliento–. 

Salí del lugar, con mi amiga Silvia y después no recuerdo más.

No sé si sea importante pero también soñé perros negros, uno de ellos era muy grande y algo violento pero conmigo era amigable. El otro era pequeño, muy pequeño y lo tenía cargando en mis brazos. 

Descansa en el Mictlan que algún día, no sé cuando estaremos juntos. 

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