No me gustan las etiquetas


Desde siempre me había considerado una persona heterosexual pero no porque yo lo haya asumido conscientemente, sino porque creía que eso era lo normal, lo correcto. Comenzando en la escuela, la educación sexual era muy limitada y jamás nos llegaron a decir que existía una diferencia entre el sexo, género e identidad sexual. Y de esto, jamás nos dijeron que podíamos asumir una identidad diferente de nuestro sexo así como tener una preferencia sexual distinta a la impuesta por el hetero-patriarcado.

Después la iglesia, con sus grandes enseñanzas en el catecismo, te van educando. Si eres mujer te leen tus obligaciones como buena católica, entre las reglas principales está la de permanecer virgen hasta el matrimonio, y pobre de ti si no sangras en tu primera relación sexual, ya no eres digna. En pocas palabras debes asumir un papel de mujer sumisa. El matrimonio sólo puede ser entre un hombre y una mujer. Y demás situaciones que ponen en desventaja siempre a la mujer y personas pertenecientes a la comunidad.

Fue hasta la preparatoria que comencé a cuestionarme muchísimas cosas, además de que tenía mayores libertades y el haber ingresado a la universidad me hizo formarme de un criterio mucho más amplio. De alguna manera, mi mundo cambió de haber estado en una secundaria pequeña y rodeada de pocos compañeros a un abismo de personas. Sin duda, hubo muchas experiencias enriquecedoras, aunque mi mejor época no fue la preparatoria, a decir verdad odio esa etapa de mi vida.

En el último grado de la preparatoria, comencé a notar la belleza que había en las mujeres, una belleza oculta, que mis ojos no habían notado antes. Pero me atraían de una forma distinta, más bien, sólo me causaban curiosidad dicha belleza. Jamás me visualicé con alguna de ellas.

En la universidad, le confesé a un amigo que me atraía una chica dos grados mayor que yo, él sólo me dijo que era una etapa y que si no me veía con esa chica más allá de lo físico entonces sólo era “curiosidad”, que dejara pasar esos pensamientos. Sin embargo, no sabía lo que sentía, sólo sabía que me atraía de alguna forma. 

Tuve una gran amiga, una amiga muy especial en la universidad. Y ahora que reflexiono, creo que me llegó a gustarme, éramos inseparables. Las mejores diría yo. Pero sabía que ella no era ni lesbiana mucho menos bisexual –años después eso cambió– jamás expresé mis confundidas emociones hacia ella. En realidad después éramos tres amigas inseparable, todo era magia estando las tres. Compartimos momentos muy hermosos, pensamientos e ideas de proyectos, nos veíamos en ese futuro felices. Pero siempre pasan cosas inesperadas, o situaciones que se van planeando y que repercuten en la vida, en este caso de las tres. Fue algo mágico mientras duró, de esas amistades que duelen más que una relación amorosa, cuando acaban y/o cuando se dejan de frecuentar. Y con el tiempo sabes que van terminando.

No voy a mentir al decir que no he tenido experiencia besando a chicas, porque en realidad en tiempos universitarios llegué a hacerlo por algún juego entre bebidas alcohólicas y risas. Nada que no pasara de algún reto que involucrara besos, abrazos y boberías. 

Y siempre ha estado en mis pensamientos la idea de no estoy cerrada al encontrar el amor en una persona de mi mismo sexo, que no voy a cegarme sólo porque sea algo mal visto, aún estando en la época de la apertura, de la diversidad y de amar libremente. Mientras iba por la vida diciendo esto, pasó mucho tiempo después de salir de la universidad donde me enfoqué a terminar mis estudios y lograr tener un trabajo estable. Donde descuidé mi salud emocional y me dediqué a complacer a otros y otras en el buen sentido de la palabra. Y aquí andamos con experiencias poco gratas en el mundo heterosexual.   

Sin embargo este año, una persona me ha hecho replantearme muchísimas cosas, me movió todo dentro y fuera de mi. Esa persona no lo sabe, no sabe que significó algo muy importante en mi 2019, pero gracias a ella pude definirme en muchos aspectos y pude probar otras formas de sentirme amada. Esa persona me gusta mucho, es alguien que desde que la vi me atrajo mucho. Sin decirnos mucho tuve una necesidad de buscar la forma de hablarle y expresarle algunos sentires.

Así es como quiero que sepan que jamás he estado o estuve negada a sentir emociones por personas de mi mismo sexo. Que yo veo el amor como una forma de demostrar y dar afecto, reciproco; siendo responsable de las emociones propias como las de la otra persona. Amar teniendo en cuenta que se puede tener relaciones afectivas, relaciones sexuales o ambas y una de las claves para que funcione lo que sea que cada quien quiera es la sinceridad, es decir abiertamente lo que siente cada persona y no generar ideas falsas; respetando la individualidad y libertad como personas. 

Así percibo el amor libre, el amor sano, sin importar el sexo de cada persona. Son cosas que podrían escribirse de manera tan sencilla, pero llevarlo a la práctica y comprenderlo puede costarnos muchas malas y/o buenas experiencias. Quiero cerrar este año contando que he sanado mucho mi corazón, mis emociones y mi vida en general. Tal vez aún no estoy preparada para amar plenamente por miedos, pero lo poco que doy de amor a mis seres es muy sincero. 



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