Continuar la vida

Yo sé que enero no es un buen mes, porque recuerdo a un ser especial, del cual he dedicado bastante tiempo para escribir. Recuerdo las múltiples veces que no fui a su cumpleaños y todos los planes que no pudieron ser, me he lamentado bastante por malas decisiones y porque tal vez el destino no me dejó despedirme de él como yo hubiera querido.

Le he llorado –en realidad no lo suficiente como yo quisiera– le he escrito y le seguiré escribiendo para tenerlo presente, lo he dibujado, lo he soñado –no mucho sólo algunas sombras–, lo pienso y hasta he creído verlo en personas que pasan por la calle.

No la pasé mal el día de su cumpleaños, en realidad estuve muchísimo más enfocada en asuntos personales y mucho trabajo. Quería dedicarle unas palabras especiales, tal vez un poema, un escrito mágico-místico, alguna fotografía, un dibujo o algo digno para él, pero por la noche sólo escribí lo que me nació:



Le dediqué tiempo para llorar y ahora estoy sanando y aunque siempre está presente, lo dejo ir porque debo continuar, debo seguir esta batalla por mi. He aprendido a quererle desde la distancia y duele tanto que no esté aquí y sigo soñando que lo volveré a ver y reiremos, cantaremos y beberemos.

Pero en este plano terrenal hay muchas personas que me necesitan bien para continuar en este desafío tan extremo que es seguir viva. Aún me falta un resumen de 2019 y aunque no sé cuando lo haga podría decir que fue un buen año, viajé más que otros años y estuve con mis amistades, con personas que amo. Aprendí a sanar muchas heridas que creí ya estaban cerradas. Seguiré aprendiendo a ser mejor persona.




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