No es mi culpa


Hace dos días me asaltaron, me sentí vulnerable, me sentí mierda, me sentí pequeñita. Todo pasó por mi cabeza y a la vez nada. No quería entregar mi celular el tipo con su pistola apuntándonos, dijo –no te hagas, ya lo vi, dame el celular– y no quería entregarlo, pero no me resistí. Tuve que hacerlo, vi la cara de mi hermana, vi el terror en sus ojos y yo me quedé en shock, pasó por mi mente que aún no termino de pagar ese celular tan caro que quise por fin comprarme, que sólo lo disfruté 2 meses. Pensé en varias cosas en ese momento, menos en el riesgo que corríamos las dos solas como mujeres, mi vida expuesta en un segundo, hasta que mi hermana me dijo, –¡vámonos, camina!…

Tan sólo caminamos unos 2 metros y llegamos a la fiesta de mi amiga, tenía tantas ganas de bailar, convivir y también beber con ellas y ellos, pero me quitaron la sonrisa de la cara. Comencé a llorar, no podía parar, creo que lloraba por lo que me arrebataron porque me dolía perder algo que con esfuerzos seguiré pagando.

Entre lo triste de la situación, alguien me ofreció un mezcalito, pal susto, me dijo y cuando alcé la mirada era Don Clemente, un señor que ha luchado por la justicia de su hijo y de los 43 normalistas de Ayotzinapa, una persona que con humildad y amor se acercó a abrazarnos en la tristeza y nos tranquilizó, le agradezco tanto. No podía comparar mi pequeña crisis con tantos años de lucha y sufrimiento, ahí fue cuando supe que nos pudieron haber hecho algo más, por ser mujeres, por estar solas. Lloré mucho y él fue como un padre que nos consoló en ese momento, le compré unas artesanías porque afortunadamente no me quitaron mi dinero ni mis identificaciones.
Me duele el corazón terriblemente y nunca me había pegado tanto un asalto. Me han asaltado cuatro veces, tres de esas con pistola en mano y no puedo decir que tengo la fortuna de seguir viva, más bien ¿qué chingados está pasando en esta sociedad para normalizar los asaltos y entonces poder decir, “estás viva, es lo importante”? ¡Qué tristeza!

Me han dicho que soy materialista, porque me duele mucho la pérdida de ese celular, porque esas cosas se consiguen en unos años pero la vida no. Y ¿qué pasa cuando ese estúpido celular significaba una vida de esfuerzo? ¿qué pasa cuando te quitan algo que simboliza mucho? No, no entienden y no quiero que lo hagan. Tengo mis pedos mentales, que con ayuda del psicólogo estoy resolviendo.
Y no, tampoco voy a estrenar celular nuevo, no puedo darme ese lujo en este momento, cuando tengo otros gastos que pagar.
Qué triste es cuando las personas te dicen
– Es que cuídate más, no andes sola tan noche–
– Es que tu también para que vas con el celular en la mano–
– Ya sé como eres, toda despistada, si sabías a donde ibas–
Responsabilizándonos a nosotras por el asalto, por ser mujeres por ir solas, por caminar de noche. Y entonces me lo creí, me creí que fue mi culpa, que soy tonta por sacar mi celular en la calle, por confirme al andar con otra mujer en la noche. Y me siento mal, porque aún me repito todo lo que pude haber hecho en ese momento y sigo analizando lo ocurrido, porque así es mi cabecita, sigo pensando en revivir esa situación.

Tengo tanto dolor y rabia. Y no sé cómo sacarlo todavía.
Gracias a las personas que me mandaron mensajes, palabras de aliento y demás cosas, en verdad es lindo leerles.


Comentarios